Esta página nació el 29 de diciembre de 1999 y se mantiene solamente como referencia histórica desde mi jubilación el 1 de diciembre de 2020

 

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Testimonio de Carlos Zamorano-Elgueta

               Estaba en el último año de mi licenciatura (Ingeniería Forestal) cuando comenzaron los fuertes dolores que me acompañarían por muchos años. Primero una molestia en la zona lumbar, la que fue aumentando hasta limitar en gran parte mis movimientos y, en consecuencia, mi vida. A los 25 años tenía una hernia en la columna vertebral, en la zona lumbar.
Siempre evité los medicamentos, soportando lo que podía antes de pensar en antiflamatorios, etc, porque sentía temor de depender cada vez más de éstos y, a la larga, comprobar que entre más fuerte eran esas "medicinas", mayores consecuencias tendrían en mi cuerpo y menores efectos en el alivio del dolor. Probé acupuntura, kinesioterapia, tuve muchas sesiones con quiroprácticos, baños en aguas termales, masajes, etc, pero todas éstas solo tenían un caracter paliativo. Tarde o temprano, y cada vez más temprano, el dolor volvía.
               Era un dolor constante, 24 horas todos los días. A veces sufría crisis de dolor que casi no lograba soportar, sin encontrar punto de alivio. Noches sin dormir. Así viví por 9 años, sin poder practicar deporte alguno (me encantaba el kung fu, correr, jugar fútbol, caminar por bosques y montañas). Este dolor limitaba también mi trabajo como Ingeniero Forestal, el que muchas veces implicaba largas jornadas de conducción en caminos difíciles y de duras caminatas con equipos e instrumentos, en las cuales el dolor de acentuaba. Esa era mi vida hasta que decidí continuar con mi formación científica y llegué hasta Alcalá de Henares junto a mi familia a estudiar un doctorado.
               Al poco tiempo de llegar mi mujer vio un reportaje sobre Apiterapia en la televisión pública española. Entrevistaban a un señor muy serio (broma) y que, por lo que le pareció, sabía muy bien de lo que hablaba: sobre el mundo de las abejas y su increíble poder de sanación. Unas semanas después tuve una de esas crisis de dolor en las que la desesperación por no encontrar un punto de alivio me volvía loco. En medio de ese episodio mi mujer me dijo "pues ya está bien. Es hora de que probemos con la Apiterapia" (recordando aquel reportaje).
              Busqué en internet al señor que aparecía en aquella entrevista (mi mujer había anotado su nombre), y resultó que tenía su consulta en la misma ciudad, en Alcalá de Henares. Y, para mayor sorpresa, ésta se encontraba a sólo unos minutos caminando del piso que alquilábamos en ese entonces. Ese mismo día tuve la primera sesión con el fantástico Pedro Pérez Gómez. Luego de 7 sesiones, distribuidas en 7 meses, completé mi recuperación. No lo podía creer. Desde las primeras sesiones sentí una mejoría que nunca había vivido.
              De eso ya han pasado...mmmm....esto fue el año 2010...ya 7 años!....y sigo muy muy bien. De hecho luego de terminar con el tratamiento, junto a mi familia nos trasladamos a Italia y allí vino la prueba de fuego. Me atreví a probar qué tan bien estaba practicando de nuevo mi pasión, artes marciales. ¡Y fue maravilloso!. Por tres años practiqué de igual a igual con cinturones de todos los niveles sin "arrugar" como decimos en Chile, combatiendo al 100%, entrenando al 1000%. Fue MARAVILLOSO. No me perdí prácticamente ningún entrenamiento, porque cada uno lo vivía, lo sentía como un regalo.
              Y todo gracias a Pedro y sus abejas. Lo más increíble de todo es que la hernia sigue aquí, conmigo. Ahora se ha convertido en mi compañera, la que me ayuda a tomar una pausa en el caótico día a día, la que me ayuda a darle la justa importancia a las circunstancias. Porque cuando estoy muy tenso y estresado, sé que muy pronto vendrá el dolor, el que me dice "Hey Carlos, ¿realmente vale la pena estar así?". Gracias a ello he aprendido, poco a poco, a manejar la tensión. Y sé que, al tomar las cosas de otro modo, en dos o tres días el dolor nuevamente desaparecerá, y sin medicamento alguno. Cabe mencionar que esos episodios de dolor "moderno" nunca jamás han sido del nivel que sufrí. Es más bien algo así como una sutil advertencia.
              Una vez terminé con mis estudios de doctorado regresamos a Chile y nuevamente pude subir y bajar cordilleras como lo hacía antes de tener esta hernia. Pude continuar desarrollando mis investigaciones en bosques sin esas limitaciones físicas.
              Y bueno, estas líneas las escribo desde Coyhaique, Región de Aysén, en la maravillosa Patagonia chilena, donde vivo en la actualidad y trabajo como académico en una fantástica universidad pública, la Universidad de Aysén. Parece que hubiese sido ayer cuando teníamos esas largas y tan valiosas conversaciones con Pedro, gracias a las cuales comenzó mi aprendizaje y pude continuar construyendo mi camino.
              Muchas gracias Pedro. Un abrazo desde el sur o norte del mundo (depende de cómo veamos el mapa!....ya lo sabes, cuestión de perspectiva).

Carlos Zamorano-Elgueta

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