TESTIMOnio

TESTIMONIO: PILUKA GRAULLERA (NOV.2005 )

Desde noviembre 1999 tenía fuertes y repetitivas contracturas musculares en los músculos de las cervicales y las dorsales altas, en los escalenos derechos, en el angular, también en los músculos pequeños que se insertan en la escápula, el romboides; con el tiempo las contracturas se fueron extendiendo hacia la zona del sacro-iliceo (gluteo) y los codos.

Trabajaba como Auxiliar de Vuelo y en octubre 2001 dejé de trabajar pensando que las condiciones duras de este trabajo eran la causa de la hernia discal C5-C6 que me diagnosticaron. Pero seguí empeorando. Hasta este momento había realizado fisioterapia casi semanalmente, rehabilitación, terapia neural, kinesiología, quiropraxia, shiatsu y acupuntura.

Ante la desesperación de que ninguna terapia me curaba decidí operarme ya que el neurocirujano me afirmaba que todos los dolores que tenía eran producidos por la hernia discal (sept. 2002). No solo no mejoré sino que además aparecieron los vértigos por primera vez.

Me sometí a una terapia de kinesiologia y flores de Bach (mayo 2003) con la que en dos o tres semanas mejoré muchísimo pero volví a empeorar (tratamiento semanal de 8 meses); lo mismo me pasó con osteopatía craneo-sacral, (mayo 2004)tres semanas de alivio pero luego volví a empeorar (tratamiento semanal de 5 meses).

En reumatología tras un montón de análisis que daban negativos me diagnosticaron “síndrome miofascial” que según ellos no tiene curación (sept. 2004); volví a rehabilitación y a fisioterapia semanal para aliviar momentáneamente los dolores ya que hacía muchos meses que había decidido no volver a tomar antiinflamatorios ni relajantes musculares ya que no me hacían ningún efecto y me machacarían a largo plazo el estómago.
Me enteré de un nuevo tratamiento en la Unidad del Dolor; inyecciones de anestesia (bloqueo no neurolítico) en los puntos gatillo y si tras varias semanas no hace efecto entonces se pasa a la inyección de toxina botulínica (bloqueo neurolítico) para paralizar los músculos y que así dejen de doler. Me hice el tratamiento completo (semanalmente durante 2 meses, abril 2005) y no me sirvió para nada.

 

En junio 2005, gracias al programa “Madrid Directo” conocí a Pedro y a sus maravillosas abejas. En ese momento yo estaba totalmente desesperada por el fracaso de los numerosos tratamientos que llevaba realizados y estaba en plena crisis de frustración y desánimo. En 3 meses de tratamiento, he pasado de estar a un 30 % (entre 15 y 25 contracturas permanentes y una reducción brutal de movimientos y actividades debido al dolor) a estar a un 90% y llevar una vida totalmente normal. Ese 10% que me falta, estoy segura de que lo conseguiré pero necesitará un poco más de tiempo. De vez en cuando tengo una ligera molestia que desaparece en pocas horas.

La diferencia de vivir con dolor permanente a volver a recuperar una vida sin dolor es tan brutal que no se puede describir con palabras. Yo os animo a todos los que estéis sufriendo que os atreváis a volver a recuperar vuestra vida sin dolor y todas las actividades que dejamos por el camino por culpa del dolor. Y a los que preguntéis, si pero, ¿y la picadura no duele?, os diré que si, que son 30 segundos de intenso dolor; pero ¿qué son 30 segundos comparados con el resto de la vida?

Pero Pedro, no sólo me ha ayudado a curarme a través de los buenísimos efectos que tienen el veneno de abeja y los productos de la colmena, sino que a lo largo de la hora que compartíamos semanalmente también ha tenido la generosidad de compartir conmigo parte de su enorme sabiduría, su positividad y su energía; lo que ha contribuido a que yo me enriquezca personalmente y por lo que le estaré eternamente agradecida; así como a las abejas que con su veneno me han liberado de los terribles y permanentes dolores.

También quiero dar las gracias a mi marido sin el cual no habría sido posible salir a flote tan rápido cada vez que me hundía, ni realizar por completo el largo y duro camino que he tenido que recorrer; gracias a su comprensión, su ánimo, su apoyo, su sensibilidad, su empatía, su paciencia, su energía y su valor; pero sobretodo gracias a su amor.

Y por último quiero agradecerme a mi misma la insistencia, la capacidad de esfuerzo, la capacidad de levantarme cada vez que me hundía, la fé en mi misma, la determinación y la perseverancia que he tenido en la búsqueda de mi curación, aún cuando tantas veces me han dicho que no existía, pero yo seguía creyendo que si había una salida en ese túnel, yo la encontraría .

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