TESTIMOnio

¿DUELEN MUCHO LAS PICADURAS DE ABEJA?

Me llamo Gemma Chicote Simón y soy de un pueblo de Soria llamado Duruelo de la Sierra, pero vivo en La Muela (Zaragoza).
Tengo 39 años y desde hace dos vengo sufriendo dolores en el cóccix y el glúteo y la pierna izquierdos.

Todo empezó como un leve dolor en la zona de los riñones, pero poco a poco, el dolor fue aumentando y extendiéndose, hasta dejarme postrada en la cama, sobre el lado derecho y con un cojín entre las rodillas. Era la única manera de soportar el dolor.

Mi vida y mi mente se convirtieron en un constante ir a distintos tipos de médicos (medicina tradicional, osteópata, acupuntor, quiropráctico..) . No conseguí alivio con nada, sólo un sanador cuya profesión era la de panadero pudo aliviarme temporalmente, pero los dolores continuaron.

Ahora estoy en tratamiento con Apiterapia y, poco a poco, voy notando mejorías. He vuelto a trabajar y, aunque aún tengo molestias, creo que por fin he encontrado a la persona que me va a ayudar a salir de esto: Pedro.

Espero que estas palabras os ayuden y den esperanza. No lo dudéis: se puede salir de estas situaciones, sólo hace falta fuerza de voluntad, abejitas , ilusión y perder el miedo al dolor y a la inmovilidad. Animo y a por ellos.

¿Duelen mucho las picaduras de abeja?

Ir a picarse con abejas es como tener la olla pitando en la cocina, una tubería rota en el cuarto de baño, el niño mayor berreando porque se le ha caído la tostada de nocilla y el bebé la está chupando directamente del suelo y el perro meándose en todos y cada uno de los tiestos de la casa. Con dos cojones. Y todo esto a la vez.
No sabes si echar a correr para solucionar todos los pifostios o echar a correr hacia la calle, huyendo despavorido.
Tú llegas allí, cansada y dolorida después de dos horas y media de viaje, con el culo hecho un pastel y el talón dándote caña y, después de un ratito de agradable charla, empieza el festín. No entraré en detalles acerca de lo que escuece, digamos que bastante. Lo curioso es cómo sales.

Cuando entras tú crees que vas bien vestida. No me refiero a la calidad o al estilo de tu ropa, sino a su colocación. Piensas que cada prenda va en su sitio: no ha tal, amigo mío.
Después de la sesión y, tras intentar que la ropa no roce con las picaduras (intento vano, por supuesto), sales de allí con la sensación de que te has puesto la braga en la cabeza, el sujetador de corbata, el pantalón por bufanda y los calcetines en el culo. Y sabes perfectamente que ni tu marido ni Pedro te han tocado, así que debes haber sido tú solita la que te has puesto de tal guisa. Pero no acaba aquí la cosa.

Cuando sales de la apiterapiasala, te das cuenta de que no sabes andar correctamente. Además de ir coja, utilizas una mano para sujetar el bolso (estupidez supina, ya que lo llevas colgado en bandolera), pensando así que te dolerá menos, y la otra para ir ahuecando la ropa allí donde te han picado. No usas más manos para echártelas a la cabeza porque no tienes. Tampoco vendría mal una mano extra para rascarte el culo si no te doliera, pero te duele. Todo sea por la curación. AMEN

Y no he terminado, no señor. El viaje de vuelta es lo más divertido. Prueba a ponerte dos cardos borriqueros en el culo, uno en el pantalón, pegando a la parte trasera del muslo, y otro en la planta del talón. Entonces, con mucho cuidadito, te sientas en el coche. ¿Qué, una experiencia inolvidable, verdad? Bueno, pues aguanta así un ratito, luego echas el asiento del coche hacia atrás para seguir igual de incómoda pero con el culo más descansado. Luego te sientas otro ratito, luego te vuelves a sentar y así hasta que llegas a casa.

Entonces pillas la cama con todas tus ganas, y resulta que no te puedes dormir porque los picotazos te duelen como auténticos mamones. Te levantas, te sientas en la taza del water y te pones a escribir. Lo de la taza del water es porque tu culo no acepta ningún otro sitio, y no vales ni para caminar mientras escribes porque tu talón te está dando de hostias.

Ea, majo, si tienes huevos vas y te picas con abejas. Menos mal que con el tiempo, vas notando mejorías, que si no, se iba a picar con abejas su tía Manolita. Palabrita del niño Jesús.

Y que conste, que todo esto es puramente psicológico. Ja! Muchas gracias a ti, Pedro; y a tus abejas.
Hasta pronto, que yo aún no he terminado con esta gracia y volveremos a vernos y a divertirnos con las picaduras. Qué risas ¿eh?

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